La ciudad de los dioses: Teotihuacan

Y lo llamaron Teotihuacan,
porque era el lugar donde fueron hechos los dioses».

Bernardino de Sahagún

A unos 50 km. de la ciudad de México, se encuentra Teotihuacan, uno de los sitios más grandes e importantes del México prehispánico y de Mesoamérica. A través de la autopista México-Pachuca, es posible llegar a San Juan Teotihuacan, la población aledaña a «las pirámides» nombre con el que regionalmente se le conoce a este asentamiento arqueológico, nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en 1987.

Teotihuacan
Teotihuacan, Patrimonio cultural de la humanidad desde 1987

Fue uno de los centros urbanos más grandes e importantes del mundo antiguo, fungió como la sede del poder entre las sociedades más influyentes de Mesoamérica. Y así lo manifiesta el legado arqueológico, único remanente del esplendor que alcanzó «La ciudad de los dioses».

La historia de Teotihuacan es incierta. Aunque existen algunos datos sobre su fundación, se basan en relatos y tradiciones orales, que han sido recopiladas para esclarecer el mito sobre el origen. La más conocida es la que habla de la creación Sol y la Luna, los dioses a quienes están dedicados las magníficas pirámides.

Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron «¿Quién alumbrará el mundo?». Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo: yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. «¿Quién será el otro?», y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche».

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Calzada de los muertos

Esta leyenda clarifica no solo la fundación, sino la planeación de la ciudad. A través de más de 2 kilómetros, se extiende la Calzada de los Muertos, el eje principal que atraviesa el complejo, perfectamente orientada de norte a sur; comienza el recorrido en La Ciudadela, un conjunto de pequeñas edificaciones que rodean una gran plaza. Ahí, se encuentra también la pirámide de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, considerado el tercer edificio en importancia.

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Edificaciones que rodean la plaza de la ciudadela

La pirámide de la Serpiente Emplumada es un edificio de siete niveles en forma de talud, decorados con mascarones que representan a la deidad, así como a Tláloc, dios de la lluvia. Estas esculturas fueron destruidas intencionalmente, pero la fachada principal fue recubierta con una nueva estructura que permitió su conservación a través de los años. Bajo el templo fueron descubiertos más de doscientos cadáveres de personas que fueron sacrificadas.

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Pirámide de Quetzalcóatl

Existe un modelo de cómo pudo haber lucido la Pirámide de Quetzalcóatl, y se encuentra en una de las salas de exhibición del Museo Nacional de Antropología, en la ciudad de México.

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Modelo de la Pirámide de Quetzalcóatl en el Museo Nacional de Antropología

Continuando el recorrido a través de la Calzada de los muertos, se llega a la gran Pirámide del Sol. Es el edificio más grande de Teotihuacan, con una base cuadrada de aproximadamente 255 por lado, y una altura de 63 metros, suele compararse con la Pirámide de Keops, en Egipto. En restauraciones posteriores se ha descubierto un túnel, cuyo acceso se encuentra en una de las construcciones adosadas a la pirámide y se presume que fue empleada para propósitos rituales.

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Pirámide del Sol en Teotihuacan

Sin menoscabo de la grandeza arquitectónica de la estructura, lo más bello de la gran Pirámide del Sol es la magnífica vista que se obtiene de la Pirámide de la Luna, más pequeña, recibiendo la luz proveniente del astro rey, siendo sólo un reflejo de él, emulando la relación de estos dos astros en el firmamento.

Teotihuacan
Pirámide de la Luna vista desde la cima de la Pirámide del Sol

Es ahí, frente a la Luna donde culmina la Calzada de los Muertos, fundiéndose en una plaza frente a la pirámide del mismo nombre. De menor tamaño, contaba con una plataforma en la parte superior que servía para realizar ceremonias en honor a Chalchiutlicue, la diosa del agua relacionada con la Luna, a quien se dedicó el templo y cuya escultura fue encontrada al pie de la pirámide.

No se conoce con exactitud cómo, ni por qué Teotihuacan colapsó. Sólo se tienen registros de que cuando los conquistadores arribaron a la ciudad, ésta ya estaba abandonada.

El centro no fue consumido por un fuego extenso. Los templos y edificios públicos no fueron simplemente destruidos, sino desmantelados, quemados, reducidos a escombros una y otra vez en ambos lados de la avenida por más de una milla […] Esto es porque aquellos que empezaron este proceso quisieron estar seguros que ningún poder o ninguna fuerza del estado teotihuacano volviese a renacer de esas ruinas».

René Millon

6 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Un blog fantástico velociraptora

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    1. ¡Muchas gracias por leer! Saludos.

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  2. Precioso relato de un lugar fascinante. Enhorabuena!

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por tomarte el tiempo de leer. Me alegra que haya sido de tu agrado. Saludos.

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