Luego de un vuelo corto desde Kuala Lumpur, la única escala que hicimos desde Langkawi, llegamos al Aeropuerto Internacional de Siem Reap, Camboya. La “ciudad” es, en realidad, una población que se ha desarrollado alrededor de las ruinas de lo que fuera el antiguo Imperio Khmer, que se extendía hasta los los territorios de Tailandia, Laos y Vietnam.

Fuimos recibidos por mal encarados agentes de migración que no se daban a basto con la gran cantidad de turistas que llegaban en distintos vuelos procedentes de varios países. Al final, fuimos casi catapultados a la salida, donde ya nos esperaba Sim, el hábil conductor del tuk-tuk o motocicleta con carrito que, por tan solo un dólar, nos llevó hacia donde habríamos de hospedarnos. El truco está en promocionar sus servicios hacia las ruinas de Angkor y negociar un precio adecuado para ambas partes.
Esa tarde, luego de hospedarnos, recorrimos las atracciones de la ciudad: el mercado de artesanías, donde se exhiben artículos elaborados por artistas camboyanos y todo tipo de souvenirs.

Cerca de ahí se encuentra el Mercado Nocturno, donde también es posible encontrar casi cualquier cosa, desde playeras y obras de arte hasta guías Lonely Planet apócrifas.


Además, es imposible irse de Camboya sin, antes, probar uno de los asombrosos masajes que se ofrecen en varios locales del centro de Siem Reap, luego del cual, tu vida no vuelve a ser la misma.

Esta área es el centro de la vida nocturna de Siem Reap y en cada esquina se escucha el murmullo de conversaciones en todos los idiomas, cual Babel, con algún conjunto formado por las víctimas de las minas antipersonales, tocando música tradicional.


A la mañana siguiente, Sim estaba puntualmente frente a la puerta del hotel, para trasladarnos hacia la entrada del gran sitio arqueológico de Angkor, inscrito a la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1992.

Contrario a lo que pudiéramos imaginarnos, Angkor no se trata de un solo templo budista en medio de la selva camboyana. Es, por el contrario, una extensa región sobre la que se asentó una gran ciudad, de acuerdo al significado de su nombre en sánscrito, la lengua local.
El recorrido se divide en dos ciclos: el largo y el corto, y se puede realizar en uno, tres o hasta siete días, de acuerdo con los tipos de entradas que se venden en la entrada del sitio.
Prae Roup
Decidimos que un día sería insuficiente y optamos por la opción de tres días, aunque hicimos el recorrido en dos. Comenzamos por el ciclo largo, que inicia al bordear el baray o embalse de Srah Srang hasta llegar al templo de Prae Roup.

Fue construido en la segunda mitad del siglo X por órdenes del rey Rajendraman II y estaba dedicado al dios Shiva. Su audaz diseño es un excelente ejemplo de equilibrio, escala y proporción. Fue fincada en una montaña artificial con torres de ladrillo, dispone de una planta cuadrada dividida en dos recintos, con cuatro torres de entrada en cada uno y una base con tres niveles estrechos, que sirve de pedestal a cinco torres en la plataforma superior: no en cada esquina y uno central.



La pared que rodea el recinto encierra dos grupos de tres torres que comparten una base común, una en cada lado de la entrada. La torre central en cada uno de los dos grupos domina y está más desarrollado que los otros. El dintel más completo se encuentra en la torre en el extremo izquierdo, en la cara este se muestra la representación de un hombre-león.


Banteay Srei
Luego de Prae Roup, nos alejamos del ciclo largo y nos dirigimos al templo de Banteay Srei, conocido por la detallada y riquísima ornamentación tallada en sus monumentos de piedra arenisca roja. A pesar de encontrarse tan “lejos” (30 minutos) del resto del conjunto de Angkor, es imperdonable no visitarlo.

Los edificios de Banteay Srei son miniaturas a escala, algo inusual cuando se los compara con la magnificencia de las construcciones de Angkor. Este templo es el único del complejo que fue construido por mujeres y, tal vez, por esto se dice que probablemente es el más bonito de todos. Sus relieves y esculturas están trabajadas al detalle y entre sus muros se pueden contemplar figuras tridimensionales magnificamente conservadas.



Este templo hindú dedicado a Shiva es considerado la obra maestra dentro del arte clásico khmer y está formado por varios recintos, cuyos relieves narrativos ilustran episodios de leyendas sagradas.


A mitad del camino de vuelta de Banteay Srei hicimos una parada para visitar el Museo Camboyano de las Minas Antipersonales, artefactos explosivos que fueron colocados indiscriminadamente entre 1983 y 1992, afectando desde entonces a la fecha, a miles de personas que han sido víctimas de los efectos devastadores de éstas.



El museo tiene como propósito mostrar cómo las guerras son solo la mitad del problema, y cómo sus efectos repercuten a largo plazo. Es, en realidad, un pequeño espacio donde se exhiben los restos de explosivos y municiones que se han encontrado al limpiar las superficies donde se han sembrado explosivos, una labor realizada por Aki Ra, un exsoldado khmer que ha dedicado y arriesgado su vida a la remoción de más de 50 mil minas.

Mebón del Este
Continuando el recorrido por el ciclo largo de Angkor llegamos a Mebón del Este, otro templo del siglo X construido bajo mandato del rey Rajendravarman. Está fincada en una isla artificial sobre lo que era la reserva del Baray del Este, que era una gran cuerpo de agua de 2 por 7 kilómetros, pero que ahora está seco. Fue orientado en el eje norte-sur con el templo de Prae Roup, con el que conserva una gran similitud, y en el eje este-oeste con el templo Phimeanakas.

Está rodeado por un muro perimetral y cuenta con tres niveles. En la parte superior hay una torre central en una plataforma cuadrada, rodeada por cuatro torres más pequeñas en las esquinas.


Los trabajos de escultura son variados y excepcionales, incluyendo hermosos elefantes de piedra de dos metros de altura que reposan majestuosos en las esquinas de los primeros y segundos pisos. Escenas religiosas incluyen al dios Indra sobre su elefante Airavata, y a Shiva montando el toro sagrado Nandi. El tallado en los dinteles es particularmente elegante.

Las cuatro plataformas de embarque de la base sirven como recordatorio de que alguna vez, solo era posible acceder en bote.
Ta Som
No lejos de ahí se encuentra Ta Som, un pequeño templo construido a finales del siglo XII por el rey Jayavarman VII, quien lo dedicó a su padre, Dharanindravarman II.



El templo consta de un santuario de un solo nivel rodeado por un foso que, a su vez, está circundado por tres muros que se dividen por dos conjuntos de gopura o vías de entrada. Los gopuras tienen forma de cruz y contienen una pequeña habitación a cada lado junto con ventanas y balaustres. La estructura principal de la gopura está tallada con cuatro caras en el estilo Bayón.


El gopura exterior oriental ha sido invadido por un higo sagrado que ha crecido a través del monumento. La sección interior del templo consta de un santuario central cruciforme con porches en cada brazo, rodeado por cuatro pabellones de esquina. Dos bibliotecas pequeñas se levantan a ambos lados de la ruta de entrada oriental.

A la salida del templo, una niña ofrecía postales y otros souvenirs a los visitantes, incluyéndome a mí, que traté de continuar un poco indiferente, pues es bien sabido que ésta es una estrategia muy común en Camboya: elegir niños pequeños para vender ciertos artículos o pedir dinero a los turistas. Y, aunque la pobreza en Camboya es innegable, esta actividad propicia la explotación infantil, por lo que a todos se nos recomienda no caer en estas prácticas. Sin embargo, tras fallar en su primer intento (en inglés, la lengua común que hablamos la mayoría de los extranjeros en Angkor), hizo uno segundo, en francés, la otra lengua más hablada aquí. Y así, en italiano, alemán y, finalmente español. Su inocente insistencia llamó finalmente mi atención y no pude evitar detenerme para conversar un rato con ella y mirar entre su mercancía.

Neak Pean
A continuación, visitamos el templo de Neak Pean, donde somos recibidos por un conjunto conformado por víctimas de las minas antipersonales quienes, a cambio de un donativo voluntario, amenizan a la entrada con temas de música tradicional camboyana.

Un estrecho camino a modo de terraplén nos guía hacia un templo único en el conjunto de Angkor. Su característica principal radica en un estanque central, réplica del lago Anavatapta en el Himalaya, situado en la cima del Universo. El lago da a luz a los cuatro grandes ríos de la Tierra; estos ríos están representados en Neak Pean por gárgolas esculpidas, correspondientes a los cuatro puntos cardinales.

En el estanque artificial se cierne, sobre un islote circular, una base escalonada de siete niveles, que representa a Buda, volviendo de la gloria del nirvana.

Preah Khan
Cuatro murallas concéntricas subdividen el conjunto de Preah Khan. La pared exterior, que está rodeada por un amplio foso, hoy encierra una gran extensión de selva, antiguamente la vivienda de los monjes, estudiantes y asistentes de Preah Khan. La segunda muralla delineó el complejo religioso, cerca de unas cuatro hectáreas, dentro de las cuales hay una densa concentración de templos y santuarios. El complejo central es budista. Los sectores norte y oeste se dedican a Brahma-Vishnu (oeste) y Shiva (norte), mientras que el sector sur es un lugar de culto a los antepasados. El sector oriental forma la gran entrada al santuario central.

Cada entrada tiene una calzada sobre el foso con nagas que cargan devas y asuras. A la mitad del camino que conduce al tercer recinto, en el lado norte, hay una “casa de fuego” (o Dharmasala). El resto del cuarto recinto, ahora boscoso, fue ocupado originalmente por la ciudad que, al ser construida con materiales perecederos, no ha sobrevivido al paso del tiempo. La tercera pared del recinto es de 200 por 175 metros. En frente de la tercera gopura hay una terraza en forma de cruz. El gopura en sí es a gran escala, con tres torres en el centro y dos pabellones a los lados.


El recinto está “invadido” por ceibas que han crecido de entre los monumentos, dando lugar a un capricho de la naturaleza que es tan fantástico como peligroso.


Al oeste de la tercera gopura del este, en el eje principal hay un elemento conocido como “Salón de bailarines”, cuyas paredes están decoradas con apsarás.

Al norte del Salón de bailarines hay una estructura de dos pisos con columnas redondas, ningún otro ejemplo de esta forma sobrevive en Angkor. Ocupando el resto del tercer recinto había estanques (ahora secos) en cada esquina, y templos al norte, sur y oeste. Mientras que el templo principal era budista, estos tres están dedicados a Shiva, reyes y reinas anteriores, y Vishnu respectivamente. Se caracterizan principalmente por sus frontones: en el templo del norte, Vishnu recostado hacia el oeste y la trinidad hindú de Vishnu, Shiva y Brahma, al este; en el templo occidental, Krishna elevándose al monte Govardhana.

Este fue el último templo del ciclo largo que visitamos el primer día, antes de volver a la ciudad de Siem Reap.


Angkor Wat
“El Templo de la Ciudad” es el monumento más grande de todo el conjunto de Angkor y se trata del complejo religioso más grande jamás construido. Su magnificencia, belleza y estado de conservación son inigualables. Por esta razón se le conoce como “la octava maravilla del mundo”.

Antes del amanecer del día siguiente, Sim ya nos esperaba ansioso para llevarnos a través del bosque tropical, aún en penumbra, al maravilloso recinto de Angkor Wat.

Nunca he sido una persona muy activa por las mañanas, nunca he disfrutado despertar tan temprano y mucho menos antes del amanecer. Pero contemplar el cielo teñirse de todos colores, anunciando la salida del sol detrás de la silueta formada por la crestería de los gopuras de Angkor Wat, ha sido una de las experiencias más hermosas de mi vida.

Angkor Wat, el mayor templo del grupo de Angkor y el mejor conservado, es una obra maestra arquitectónica. Su perfección en la composición, el equilibrio, las proporciones, relieves y escultura, lo convierten en uno de los monumentos más importantes del mundo.

El plan arquitectónico de Angkor Wat es difícil de entender cuando se camina por el monumento a causa de la inmensidad. Su complejidad y belleza tanto atraen como distraen la atención. Desde la distancia, parece ser una masa colosal de piedra de una sola planta con una larga calzada que conduce al centro, pero de cerca es una serie de torres elevadas, galerías cubiertas, cámaras, pasillos y patios en diferentes niveles unidos por escaleras.



Desde su construcción, Angkor Wat fue el centro político y religioso del gran Imperio Khmer. El recinto cumplía las funciones de templo principal y albergaba, además, el palacio real. Fue construido en la primera mitad del siglo XII y se estima que el tiempo de construcción fue de 30 años, por órdenes por el rey Suryavarman II. Originalmente dedicado al dios hindú Vishnu, el templo consta de tres recintos rectangulares concéntricos de altura creciente, rodeados por un lago perimetral de 3.6 kilómetros de longitud y 200 metros de ancho. En el recinto interior se elevan cinco torres en forma de loto, alcanzando la torre central una altura de 42 metros sobre el santuario, y 65 metros sobre el nivel del suelo.


La altura de Angkor Wat desde el suelo hasta la parte superior de la torre central es mayor de lo que parece: 213 metros, obtenidos con tres niveles rectangulares o cuadrados (proporción 1-3). Cada uno es cada vez más pequeño y más alto que el de abajo a partir de los límites exteriores del templo.


Galerías cubiertas y columnatas definen los límites de los niveles primero y segundo. El tercer nivel es compatible con cinco torres (cuatro en las esquinas y una en el medio) y éste es el elemento arquitectónico más destacado de Angkor Wat y un símbolo de Camboya, hasta el punto de figurar en la bandera de dicho país.


Atravesando el puente decorado con nagas, que se cierne sobre el lago artificial que rodea y aísla el recinto, nos encontramos con varios puestos de venta de comida, tan necesaria a esas horas, luego de haber recorrido el gran templo desde antes del amanecer. Nosotros elegimos un restaurante grande, que ofrecía desayunos típicos y otros más “occidentales”, teniendo como invitado a nuestro leal Sim.


Angkor Thom
Continuamos nuestro recorrido hacia el complejo de Angkor Thom, una ciudad intramuros rodeada por un foso de 100 metros de ancho y una muralla de 8 metros de alto, fortificación real que fue construida por el rey Jayavarman VI a finales del siglo XII, siguiendo una forma cuadrangular de casi 3 kilómetros por lado; cada uno es atravesado por majestuosos accesos en la pared, sobre los que se cierne una gran torre de entrada.

Bayón
Sobre el eje norte-sur se alinea una calzada que atraviesa la fortificación y conduce al templo de Bayón, ubicada justo al centro de la antigua ciudad real de Angkor Thom.

De mucho menor tamaño, este templo compite con Angkor Wat para ser el favorito de los visitantes, aunque son diferentes en propósito, diseño y decoración.

Su principal característica consiste en los más de 2 mil grandes rostros serenos, tallados en las 54 torres que lo componen. En cada una se levantan cuatro caras con las imágenes del dios Brahma, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, simbolizando la omnipresencia del rey. Una frente amplia, ojos bajos, fosas nasales anchas y labios gruesos ligeramente curveados hacia arriba en los extremos, se combinan para reflejar la famosa “sonrisa de Angkor“.


Una peculiaridad de Bayón es la ausencia de un muro de cierre; está, sin embargo, protegido por la muralla que rodea la ciudad de Angkor Thom. El plan básico comprende tres niveles: el primer y segundo niveles son galerías cuadradas con bajorrelieves, un santuario central circular domina el tercer nivel. A pesar de este diseño, aparentemente simple, la disposición de Bayón es compleja, con un laberinto de galerías, pasajes y pasos conectados, de tal manera que los niveles se vuelven prácticamente indistinguibles y crea condiciones de poca luz, pasillos estrechos, y techos bajos.


Baphuon

Todavía dentro de la ciudad de Angkor Thom, a poca distancia del templo de Bayón, se encuentra el templo de Baphuon, un edificio de tres niveles, dedicado al dios hindú Shiva y, posteriormente, se convirtió en templo budista. Mide 120 metros de este a oeste y 100 metros de norte a sur, y se alza a 34 metros sin su torre, con la que alcanzaría los 50 metros de altura.

Baphuon es un santuario único situado en una base alta rectangular con cinco niveles que son aproximadamente del mismo tamaño, contrario a la forma piramidal común, de niveles sucesivamente más pequeños. El primero, segundo y tercer nivel están rodeados por galerías de piedra arenisca. Baphuon es la primera estructura en la que aparecen las galerías de piedra con una torre central. Dos bibliotecas en forma de cruz con cuatro pórticos se levantan en el patio, y estaban conectadas originalmente por una pasarela elevada sostenida por columnas.

El templo de Baphuon fue construido sobre un terreno rellenado con arena y, debido a su gran tamaño, el sitio ha sido inestable a lo largo de su historia, por lo que se han dificultado los trabajos de restauración.
Phimeanakas

Al norte de Baphuon se encuentra el templo de Phimeanakas, llamando así porque se dice que debe haber estado originalmente coronada con un pináculo de oro o “phimeanakas”.

El templo originalmente consistía en un santuario central asentado sobre una base con gradas y un muro perimetral. Se accede por cuatro escaleras empinadas, una a cada lado. La torre de entrada tiene forma de una cruz con dos alas y dinteles con motivos inscritos.

La terraza superior ofrece una vista espectacular del templo vecino de Baphuon. Una estrecha galería cubierta, con ventanas y balaustres en el borde de la terraza, constituye un elemento arquitectónico único.

Terraza de los Elefantes
La Terraza de los Elefantes es un monumento ubicado al norte del templo de Phimeanakas. Debe su nombre a los relieves de estos animales que adornan su base. Está orientado hacia el este en acceso directo con la entrada oriental de Angkor Thom, también conocida como “la Puerta de la Victoria”.


El uso principal de esta terraza era a modo de escenario para las ceremonias reales tras conseguir la victoria en una batalla. El rey, situado en el centro de la misma, contemplaba la marcha militar de sus generales y soldados victoriosos.

Terraza del Rey Leproso
Perteneciente al mismo conjunto, se encuentra la Terraza del Rey Leproso, llamada así por la decoloración, las manchas y el musgo que crece en una estatua ubicada en lo alto del monumento, reminiscencia de una persona con esta enfermedad. La inusual figura desnuda, está representada en actitud sentada con la rodilla derecha levantada, una posición de algunos historiadores del arte consideran pertenecientes al estilo de Java (Indonesia).


La Terraza del Rey Leproso ostenta dramáticos bajorrelieves, y está rodeado por un pequeño muro que da la impresión de caminar como en un laberinto. Este muro sirve como protección a los detalles escultóricos y ha ayudado a prevenirlos de la erosión y el daño, por lo que su estado de conservación es admirable.


Ta Prohm
Como último punto del ciclo corto, visitamos el “templo jungla” de Ta Prohm, de una belleza singular, en la que la arqueología y la naturaleza se conjugan para formar un paisaje único. Debido a su estado natural, es posible experimentar en este templo la maravilla de los primeros exploradores cuando se encontraron con estos monumentos de la mitad del siglo XIX.

Cabe señalar sin embargo que, a pesar de las apariencias, el templo sí ha experimentado diversas labores de mantenimiento: muchos de los árboles que crecían dentro del recinto han sido talados, y varias estructuras que amenazaban con derrumbarse han sido estabilizadas o apuntaladas, aunque siempre tratando de preservar esa atmósfera de ruina abandonada.

Envuelto en la densa selva, el templo de Ta Prohm es etéreo en aspecto y evoca un aura romántica. Higueras y ceibas extendieron sus raíces gigantescas sobre las piedras, atravesando paredes y terrazas, ya que sus ramas y hojas se entrelazan para formar un techo sobre las estructuras, y los troncos de los árboles se retuercen entre los pilares de piedra.


Ta Prohm es uno de los más grandes de los monumentos en el complejo de Angkor, el templo incluye 260 estatuas de deidades, 39 torres con pináculos y 566 grupos de residencias. Comprende una serie de largos edificios bajos de una sola planta, que están encerrados en la pared rectangular de 600 por 1000 metros, interrumpida por gopuras adornadas con enormes rostros de budas al estilo de Bayón.

En el centro de esta zona residencial aparece un nuevo recinto delimitado por un muro de laterita de 220 por 200 metros que, a su vez, resguarda otro recinto más, delimitado por una galería columnata de 107 por 100 metros en donde se encierra el núcleo del templo. Éste ocupa una superficie de una hectárea y posee una geometría compleja, estimándose que contenía hasta 39 prasat o templos piramidales. El centro del templo lo constituye un último recinto cuadrado de 30 metros de lado con una torre central y varias edificaciones menores.

De vuelta en la ciudad de Siem Reap nos encontramos con una peregrinación de monjes budistas que tiñeron las calles de color anaranjado, como parte de los ritos funerarios al rey padre, Nodorom Sihanouk, que había fallecido justo el día que llegamos a Camboya.

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