Hacia 1975, llegó al poder el Partido Comunista de Kampuchea, que gobernó Camboya bajo un régimen dictatorial conocido como Kampuchea Democrática, dando origen a un movimiento armado ejercido por la organización guerrillera denominada Khmer Rouge o Jémeres Rojos.
Tras la guerra de Vietnam, la salida del ejército de los Estados Unidos y el derrocamiento de la anterior dictadura militar de Lon Nol, el nuevo régimen instauró un gobierno autoritario bajo la apariencia formal de república popular de inspiración maoísta, consolidó un sistema de economía radicalmente agraria, bajo la consigna de la evacuación de las ciudades y destrucción de la civilización urbana y su cultura, consideradas burguesas, la reconstrucción social desde los orígenes de la civilización y la recuperación de la cultura khmer ancestral bajo la dirección de su líder Pol Pot.
El Khmer Rouge hablaba del fin de dos mil años de historia y el comienzo de una nueva época (el Año Cero). Bajo esta premisa, absolutamente todo lo que pudiera representar al pasado debía desaparecer: la moneda, el mercado, la educación, las maneras de vestirse, la religión, los libros, lo que viniese del extranjero, las formas tradicionales de gobierno, la familia, etc. y fueron declaradas muestras de feudalismo. Ningún otro gobierno en la historia del país hubo logrado tantos y tan radicales cambios en un espacio tan breve de tiempo.
En 1975, la población camboyana ascendía a 7.3 millones de habitantes; mientras que, para 1978, disminuyó a 5 millones. Estos hechos originaron el genocidio camboyano (uno de los genocidios más lamentados del siglo XX, junto con el Holocausto, el de Bosnia-Herzegovina, Ruanda y Guatemala), donde se estima que casi 2 millones y medio de habitantes pertenecientes a la etnia khmer fueron enviados a los «campos de la muerte» de Camboya.
A estos campos de exterminio eran enviados todos aquellos que, según la ideología del Khmer Rouge, eran considerados enemigos del nuevo régimen, ya sea por estar conectados con el gobierno anterior, pertenecer a una etnia distinta, profesar una religión, así como por ser profesionales o intelectuales, a tal grado que el solo hecho de usar lentes era considerado como amenaza y representaba un motivo de detención.
Los detenidos eran enviados, mayormente, al campo de detención de Choeung Ek, en Phnom Penh, para ser torturados y ejecutados. Llegaban en camiones repletos con 20 o 30 prisioneros asustados, callados y vendados de los ojos, cada 2 o 3 semanas, procedentes de la prisión de Tuol Sleng u otros lugares del país.
Las víctimas eran llevadas directamente a ser ejecutadas sobre las zanjas poco profundas que ellas mismas eran obligadas a cavar, o eran enterradas posteriormente en fosas comunes.
Para ahorrar municiones, algunas ejecuciones se realizaban utilizando espadas, ramas de palma y troncos de bambú afilados o, incluso, veneno (DDT), con el que también disimulaban el hedor proveniente de los cuerpos en descomposición.
En algunos casos, los niños y bebés de las víctimas adultas eran asesinados golpeando sus cabezas contra los troncos de árboles chankiri. La explicación de esto era que serviría para «evitar que crezcan y tomen venganza por la muerte de sus padres».
Hay, entre la vegetación que hoy da sombra a los «campos de la muerte», un árbol mágico, llamado así porque en la parte más alta de su follaje era colocado un altavoz, que servía para reproducir discursos y música de propaganda a todo volumen, a fin de silenciar los sollozos y gritos de las víctimas.
Hoy en día, la serenidad y silencio que se respiran en Choeung Ek es apenas interrumpida por los cantos de los pájaros y el murmullo de las copas de los árboles, mudos testigos de la masacre que tuvo lugar aquí, donde ahora se erige un memorial en el que descansan los restos de 8,895 víctimas encontradas en cientos de fosas comunes descubiertas en este lugar, así como sus prendas de vestir y algunos instrumentos de tortura.
El edificio principal se trata de una estupa budista, un mausoleo para contener reliquias, de acuerdo a las costumbres funerarias de esta religión. Consiste en una columna de cemento y acrílico de cuatro lados, rematada por una techumbre a modo de pagoda.
En su interior se conservan 5 mil cráneos. El nivel inferior está abierto al público durante el día y los visitantes pueden observar directamente las osamentas, que se encuentran clasificadas por edad y sexo.
Hay, además, un pequeño museo en el que se exhiben algunos objetos de tortura, vestimenta, propaganda y mapas, para ayudar a los visitantes a comprender la dimensión de esta masacre que tuvo lugar en los campos de la muerte de Camboya.
Estremecedor….
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Muy bueno Gema
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Muchas gracias, chicos. Es realmente impactante.
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