En el centro del país, en la región conocida como «el Bajío», se encuentra la hermosa ciudad colonial de Querétaro. Se ubica a solo dos horas y media de la Ciudad de México, y es punto de interés para contemplar la cultura e historia de México. La belleza de su patrimonio arquitectónico y la multietnicidad de su población fueron criterios culturales que se consideran de gran valor universal, por lo que, en 1996, la Zona de Monumentos Históricos de Querétaro fue catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
El centro histórico de la ciudad presume encantadoras casonas coloniales de coloridas fachadas, amplios andadores que invitan a pasear y pintorescas plazas que conservan su calidez colonial. Como el Jardín de los platitos, una pequeña plazuela cuyo mobiliario urbano está recubierto con piezas de cerámica, una medida que se implementó para reutilizar las vajillas viejas, pero que ahora dota de encanto a este rincón de la ciudad.
Al igual que su vecino Guanajuato, la ciudad de Santiago de Querétaro también está llena de historias relativas a la Colonia española y, desde luego, la Independencia de México. En 1655 se le declaró ciudad y, en 1712, se confirma el título de «Muy moble y muy leal ciudad de Querétaro».
En 1716 se comenzó la construcción del Acueducto, un excelente ejemplo de ingeniería colonial que, durante varios siglos fue el proveedor de agua para la ciudad. Sus 74 arcos que corren a lo largo de 8 kilómetros a lo ancho del valle que marca la frontera este de la ciudad, son ahora un símbolo de «la perla del Bajío».
En septiembre de 1810, Querétaro se convierte en la cuna del movimiento de la Independencia; fue en casa del corregidor don Miguel Domínguez y su esposa doña Josefa Ortiz, donde se gestó la conspiración que, a la postre, dio como resultado la separación de España. Tras la consumación de la Independencia, se establece en México la República Federal, y se incluye a Querétaro como estado de la Federación, según lo establecía la primera Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, de 1824.
Posteriormente, el 5 de febrero de 1917, el Congreso proclama la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, vigente hasta nuestros días, en el Teatro de la República de la Ciudad de Querétaro.
Este documento importante hace eco en la Plaza de la Constitución, un pequeño parque con una fuente al centro, donde los parroquianos se reúnen para disfrutar de la tranquilidad de esta zona de la ciudad. Frente a ella se encuentra un llamativo edificio de color amarillo, que hoy alberga al Gran Hotel Querétaro. Destacan sus portales, donde es posible sentarse a tomar un delicioso café.
En el área del Centro Histórico, existen distintas plazas, circundadas por edificios llenos de historia y belleza arquitectónica. Tal es el caso de la iglesia de San Francisco, que fungió como Catedral de Querétaro, y es uno de los edificios más antiguos de México.
Además del atractivo color ocre de su fachada y portada de cantera rosa, está apenas ornamentado por elementos barrocos de gran sobriedad. Su única torre está dividida en tres elementos, del mismo estilo. Al interior, destacan importantes pinturas que datan de los siglos XVII y XVIII. Alguna vez contó con importantes y hermosos retablos barrocos chapados en oro. El retablo mayor fue retirado para ser sustituido por el actual de estilo neoclásico, que fue bendecido en octubre de 1809.
El edificio que hoy alberga a la Catedral, es el antiguo oratorio de San Felipe Neri. Fue una de las últimas obras levantadas durante le período colonial, por lo cual es muestra de la transición entre dos estilos: del barroco al neoclásico.
Pero, a pesar de ser la Catedral, no es el edificio religioso más impresionante de Querétaro, como suele ser comúnmente en el resto de las ciudades coloniales. Este lugar lo ocupa el Templo de Santa Rosa Viterbo, pues es la expresión máxima del barroco queretano del siglo XVIII, y uno de los más representativos de la entidad.
El templo es de una sola nave, reforzada por fuera con un par de contrafuertes de gran tamaño. A lo lejos se aprecia la cúpula, de la que sobresale la linternilla, la policromía del tambor octogonal y las columnillas y otros relieves de cantera que resguardan los ventanales.
Sin embargo, lo más impresionante se encuentra al interior, donde se aloja elaborado trabajo de cinco retablos labrados en madera y totalmente cubiertos con una capa de oro genuino.
La capilla del Santísimo, está dividida de la nave principal por un panel con quince medallones y una escultura de Jesucristo en la Cruz. El coro alto, a su vez, lo divide un abanico dorado con la imagen de Jesús adolescente.
También son dignas de admiración las múltiples pinturas resguardadas en el interior, entre las que destacan: el retrato del capitán Velázquez de Lorea de Miguel Cabrera y el retrato de Sor Ana María de San Francisco y Neve, atribuida al maestro José Páez y considerado uno de los cuadros más bellos hechos a una monja.
Otro magnífico ejemplo del estilo barroco en el arte sacro, se encuentra al interior del Templo de Santa Clara. El Real Convento de Santa Clara de Jesús fue uno de los conventos más grandes e importantes de la Nueva España durante la Colonia; pero, en la actualidad, sólo quedan la iglesia y un pequeño anexo.
En el interior del templo se pueden apreciar sus hermosos retablos tallados en madera y recubiertos con lámina de oro, el coro, desde donde las monjas asistían a los oficios, separado del resto del conjunto por una reja, y las soberbias puertas de hierro forjado del púlpito y el vestíbulo.
Querétaro es una ciudad limpia, ordenada y dinámica, con una larga historia y amor por sus tradiciones que los visitantes pueden disfrutar.
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