Al pensar en Egipto, vienen a nuestra mente las colosales edificaciones que alguna vez conformaron las grandes urbes de la antigua civilización que floreció junto al Nilo. Pero hay otro Egipto, el que se ha desarrollado a lo largo de la franja costera del Mar Rojo y la Península del Sinaí. Ahí, lejos de las pirámides y de las efigies de los antiguos faraones, se encuentra la pequeña población de Dahab, que en árabe quiere decir «oro».
La arena áurea contrasta con el azul intenso del mar, que atesora en sus entrañas inigualables arrecifes de coral, que atraen a un gran número de visitantes, especialmente viajeros independientes.
Dahab comenzó como un asentamiento beduino y poco a poco se fue transformando en villa turística, con algunas cabañas en la costa al principio y, posteriormente, como base ideal para explorar algunos de los más espectaculares sitios de buceo y snorkel de Egipto y del mundo.
También se ofrecen actividades en tierra que incluyen recorridos por el desierto en camello, caballo, bicicleta, Jeep y cuatrimoto. Su cercanía al Monte Sinaí y el Monasterio de Santa Catalina hace posible una visita a estos sitios de interés, para complementar la experiencia. Sin embargo, se recomienda esperar de 3 a 5 días para escalar la montaña luego de haber practicado el buceo y viceversa, para evitar una descompresión o embolia pulmonar.
Al caer la tarde, la vida, el color y el aroma de las shishas parecen concentrarse en el área de Masbat, llena de restaurantes, bares donde no se vende alcohol, cafeterías, hoteles, hostales y tiendas de artesanías.
El viento juguetea con las cortas faldas de las extranjeras caminan por la bahía y que introducen una cultura ajena a la región pero que, a diferencia del resto del país, aquí no son acosadas.
Se llega a Dahab por carretera, bordeando la Península del Sinaí hacia el Golfo de Aqaba; y por aire, a través del Aeropuerto Internacional de Sharm el sheikh, un destino altamente frecuentado también por sus actividades de deportes acuáticos.
Luego de una prolongada estancia, llegó el tiempo de retornar a Múnich, pues mi tiempo en el Medio Oriente había llegado a su fin. Tras años de regresar, de lugares familiares, de amistades cultivadas, de experiencias adquiridas; una torpe despedida anticipó mi viaje a Hurghada, desde donde tome el avión con el me despedí de Egipto, para nunca más volver.
Hola buenas fotos, te invito a leer mi blog, saludos desde México.
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Hola, muchas gracias por tu comentario. Ya sigo tu blog, saludos.
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og! fuiste a egypto!! que suerte yo tengo muchisimas ganas de ir!! Me encanto el post, muy bonitas descripciones y fotos
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Viví en Egipto aproximadamente dos años. Es un país con el que guardo una relación de amor-odio, pero definitivamente es muy lindo para visitar. ¡Gracias!
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